Nuestra Iglesia

Es más que estar juntos; es caminar en un mismo espíritu, con amor y propósito. Nos apoyamos mutuamente, celebramos nuestras diferencias y trabajamos en armonía para reflejar el cuerpo de Cristo. La unidad nos fortalece, nos impulsa y nos permite crecer como familia espiritual, extendiendo el Reino de Dios con fe y gratitud. Creemos que cuando nos unimos en servicio y adoración, Dios obra poderosamente en nosotros y a través de nosotros, trayendo transformación a nuestras vidas y comunidad.

Es vivir en la gracia de Cristo, sin cadenas del pasado ni temor al futuro. Es caminar en Su verdad, servir con gozo y crecer en fe, sabiendo que en Él somos verdaderamente libres.

Es más que un sentimiento; es una acción intencional que refleja el corazón de Dios. Creemos en un amor que transforma, que sirve sin esperar nada a cambio y que busca el bienestar del prójimo. Nuestro compromiso es vivir el amor de Cristo con generosidad, gracia y compasión, creando una comunidad donde cada persona es valorada, aceptada y edificada en la fe. Amamos porque Dios nos amó primero, y a través de ese amor, multiplicamos Su Reino.

Es un regalo de Dios, recibido por gracia mediante la fe en Jesucristo. No se obtiene por obras, sino por el sacrificio de Cristo en la cruz, quien pagó el precio por nuestros pecados y nos reconcilió con el Padre. Al aceptar a Jesús como Señor y Salvador, somos transformados, restaurados y hechos nuevas criaturas. La salvación es el inicio de una vida en comunión con Dios, guiada por Su Espíritu, marcada por el arrepentimiento, la fe y el deseo de reflejar Su amor al mundo.

Es la promesa de vida plena y sin fin con Dios. Creemos que aquellos que ponen su fe en Jesucristo tienen la seguridad de una eternidad en Su presencia, en un reino de amor, paz y gozo. Esta esperanza nos impulsa a vivir con propósito, reflejando Su gracia en cada acción y compartiendo Su verdad con el mundo.